Tras una extraña corazonada Gruñus depositó, confuso, su armadura a los pies del inerte cuerpo petrificado de Glaison y luego salió del laberinto. Después de explorar un poco las cavernas el pasadizo se bifurcaba. Gruñus intuyó que era el derecho aunque al ver que era un callejón sin salida cambió de idea y tomó el otro camino.
Al ir a coger el camino izquierdo se produjo un fuerte temblor de tierra, cosa a la que Gruñus no le dio mayor importancia. Al final del pasadizo se encontró frente a una vasta sala que Gruñus dedujo que era un cementerio por las tumbas que había.
Se acercó a la tumba más grande e intentó mover la lápida varias veces sin éxito. Después de descansar unos segundos se dio cuenta de que en el fondo de aquel macabro lugar hbía una zona iluminada. Se acercó cautelosamente y comprobó que en el techo había una grieta por la que entraba luz solar. Gruñus se deshizo del equipaje innecesario ya que pretendía salir al exterior a través de la grieta. Después de pensar un buen rato cómo salvaría los cuatro metros que le distanciaban del techo se percató de que tenía un anillo de saltar y tras utilizarlo empezó una rápida y fácil ascensión.
Al llegar a la superficie Gruñus se sorprendió al ver a Takhisis y detrás suyo una muralla de 25 metros de altura (hecha de platinium!). Por el otro lado se acercaba a toda vleocidad una especie de tigre con unos dientes ostensiblemente más grandes. El animal frenó a pocos metros de Takhisis. Gruñus se acercó a Takhisis enfadado.
—¿Se puede saber dónde te has metido todo este tiepmo, mujerzuela?—gritó al tiempo que la agarraba por el exhuberante y femenino trasero de Takhisis.
Sin dar ni siquiera tiempo a Takhisis a responder, Gruñus notó cómo el frío acero de una espada acariciaba su cuello.
—¿A que vas a dejar tranquila a la señorita?—dijo el hombre que montaba al extraño animal.
—Sí sí, todo ha sido un mal entendido, no hay por qué ponerse así—respondió Gruñus—. Me llamo Gruñus y esta es mi amiga Takhisis. ¿Cómo te llamas?
—Soy un cabalgabestias. Este es mi esmílodon y yo me llamo Pájaro-Loco-a-Reacción pero podéis llamarme Pájaro Loco.
Pájaro Loco y Takhisis montada en caballo se dirigieron hasta la puerta de la gran muralla. Gruñus, cabreado, se fue en sentido contrario pero rápidamente se dio la vuelta al ver aparecer enfrente al monstruo más feroz que ha pisado la faz de la tierra: ¡¡¡Tarrasque!!! Aunque esta vez parecía medir unos metros menos y haber cogido algún kilito. Gruñus y Takhisis empezaron a correr horrorizados hacia la puerta y Pájaro Loco hacia un barco alado que estaba al lado de la muralla. Mientras Tarrasque iba en dirección a la muralla los temblores de tierra que Gruñus había notado en las cavernas empezaron a repetirse con mayor intensidad hasta convertirse en un auténtico terremoto. Una gran grieta se abrió debajo de Tarrasque haciéndole tambalear. Cuando parecía que iba a caerse se transformoó en una pequeña criatura verde que inmediatamente desapareció en la grieta y luego salió volando.
Takhisis y Gruñus también se dirigieron al barco donde ya se encontraba Pájaro Loco hablando a un hombre ataviado con una extraña armadura y de piel pálida. El esmílodon subió al barco trepando por el casco mientras que los demás subieron a los caballos gracias a una polea ideada por Takhisis. Todo esto durante el terremoto. Ya en el barco intentaron ponerlo en movimiento pero, cuando ya se daban por vencidos, el barco empezó a elevarse. En estos momentos la muralla dentro de la cual se veía ahora una una ciudad se hundía por completo.
Mientras empezaban a surgir ríos de lava la tierra se resquebrajaba y el cielo amenazaba con una terrible tormenta. Eran los síntomas de un cataclismo.
El extraño personaje dijo ser un guerrero samurai. Su nombre era Tain Kan Chun. Tras las presentaciones empezaron a registrar el barco mientras a sus pies la tierra sucumbía ante el cataclismo. Pájaro loco empezó a registrar los camarotes que no habían sido ocupados por los demás. Takhisis y Tain que era como llamaban al samurai registraron las habitaciones sin encontrar nada de valor. Gruñus encontró un pantalón y una camisa de humano y, como le quedaban un poco grandes, cortó la ropa más o menos a su medida y se fue al aseo desnudo. Mientras Gruñus se aseaba lo mejor que podía con un cubo de agua y se ponía su nueva ropa Takhisis se tomó la libertad de tirar por la borda la vieja y sucia ropa de Gruñus aunque cogió una valiosagema de uno de los bolsillos.
Después de asearse Gruñus se fue a su habitación. Mientras tanto Jet intentaba abrir un camarote cuya puerta parecía estar cerrada. Al final, entre Jet y Takhisis consiguieron abrir la puerta. En su interior había un esqueleto que yacía junto a una espada. Jet la cogió y empezó a cortar en pedazos al esqueleto y a hacer con él muchas cosas macabras. Luego Tain lo metió debajo de la litera. Estaba preparando su cama para acostarse pero un gran ruido que provenía de la cubierta le hizo cambiar de idea y salió a la cubierta. Una gran tormenta azoaba el cielo mientras que en la superficie del planeta los seismos y volcanes se seguían sucediendo con mucha regularidad. Tain después de dejar la armadura se encaramó al mástil y empezó a plegar las velas.
En la popa del barco había una gárgola petrificada. Después de salir a cubierta el chino aparecieron Takhisis, Jet y Gruñus. El chino y Takhisis intentaron por todos los medios posibles enderezar el mástil sin éxito. Gruñus se dirigió hacia la gárgola y tras comprobar que ni se inmutaba volvió a los camarotes y empezó a subir por unas escaleras que no habían explorado aún. Jet, que había oído un gran ruido proveniente del almacén que se encontraba justo debajo de la cubierta levantó la reja que había y bajó por las escaleras y comprobó que el único grito que había escuchado era el de las ratas que se estaban ahogando en el agua que había entrado en el almacén. También abrió un paquete de comida pero lo dejó tras ver que estaba todo empapado.
Gruñus llegó al final de las escaleras y se encontró delante de una puerta. La abrió y entró en la habitación. Ésta era muy espaciosa en la que había varias mesas de mármol y un cuadro en la pared. Gruñus apartó el cuadro y detrás había unas extrañas figuras en relieve con unas pequeñas ranuras. En ese momento aparecieron el chino, Jet y Takhisis. El chino que tenía pinta de ser muy meticuloso en todo se dio cuenta de que en el cuadro estaba pintada la habitación en la que se encontraban y en las ranuras de las figuras había metidas unas pequeñas cosas doradas, todos pensaron que podían ser esas cosas doradas pero nadie acertaba.
—Takhisis, ¿tú qué opinas? ¡Takhisis! ¡Takhisis!—preguntó Jet, pero Takhisis se encontraba pálida como un muerto mirando fijamente la ventana de la habitación, detrás de la ventana se encontraba la gárgola de la cubierta peleando contra un dragón rojo.
Todos salieron de la habitación pero antes de salir pudieron ver cómo el dragón caía y desaparecía.
Al salir de la habitación todos habían estado mucho tiempo sin dormir así que decidieron irse cada uno a su habitación. Todos se quedaron dormidos salvo Takhisis que decidió probar una extraña poción que había conseguido en la habitación donde se encontraba el esqueleto y empezó a ver lo que los demás estaban soñando. Lo que estaba soñando Jet era muy macabro, estaba soñando que el esqueleto al que había mutilado se dirigía hacia él con la espada que le habían robado Jet y Takhisis. En ese momento?