Parece ser que este fin de semana Tintín cumple 80 años. Una de las pocas cosas que tengo a menos de un metro de mi mesa es la colección entera de las aventuras de Tintín (que son vecinas codo con codo de la colección entera de las aventuras de Astérix y Obélix). No sé cuántas veces habré leído cada uno de esos libros pero la última vez que cogí uno fue estas navidades cuando estaba en cama con gripe. La sensación al leerlos sigue siendo muy similar a lo que sentía las primeras veces y no me canso de leerlos y redescubrir qué ocurre al final (nunca me acuerdo de lo que pasa).
Mis memorias de pequeño son casi inexistentes y al contrario que otras personas no tengo ni idea de lo que hacía cuando tenía 4, 5 o 6 años y mucho menos me acuerdo de cómo era la vida antes de nacer (pero seguro que no era consciente porque de haberlo sido habría estado desmayándome de ver tanta sangre durante tanto tiempo y no sé si habría salido con vida) pero sí que me acuerdo del placer de llegar el fin de semana, coger una montaña de 10 o 12 libros de Tintín y meterme en esos mundos exentos de damas con poca ropa y de objetos mágicos pero por otro lado tan atractivos hasta las tantas de la madrugada.
Buscando imagenes para esta entrada leo que por ejemplo “El Secreto del Unicornio” y “El Tesoro de Rackham el Rojo” se escribieron entre 1942 y 1944. Buf, ahora me doy cuenta de lo que significa que tenga 80 años… Es decir, que Tintín nació con el crack del 29.
(Pausa meditativa)
Muchas gracias, Hergé.
Con tanta oferta de libros de cuentos me pregunto qué tipo de recuerdos tendrán los pequeños de hoy en día dentro de unos años (suponiendo que no estén, como yo, pegados al ordenador todo el día).